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| Hecha por mi |
Notaba como los rayos del sol comenzaban a calar suavemente mi palidez tez. Sabía que el verano se acercaba y mi cuerpo se erizaba al recordar el dulce sonido de la playa. Aun recordaba las lunáticas noche del frío invierno donde cantaba todas las mañanas al sol creyendo que era la luna y por la noche sacaba mis gafas de sol intentado pillar un rayo de luz infraganti. Pero ahora en la faz de mi tierra las flores habían sacudido ya la fría escarcha de sus pétalos y las pequeñas ardillas habían comenzando a recolectar las flamantes bellotas que habían crecido en los árboles durante la primavera. Uno nunca sabe lo que le depara, mi cuerpo estaba engarrotado a las gélidas temperaturas y a las duras lluvias que azotaban la tierra sin parar, pero ahora es época de mirar a la ventana con aire ensoñador sin empañar la ventaba del ardiente vaho de expectación ante la lluvia. Ahora es época de recordar los dulces aromas que había dejado atrás: la playa, los atardeceres, los rayos de sol, los soplos de aire de mis dulces vacaciones ...
